“Un libro es un hacer con palabras, una puerta a los mundos nuevos”

El Día del Lector se celebra en homenaje al escritor Jorge Luis Borges. Hoy, 24 de agosto del 2020, el escritor cumpliría 121 años. Por eso, desde Medios UNT buscamos los conceptos y definiciones de la Directora de la Editorial de Universidad Nacional de Tucumán (EDUNT), Profesora Rosana Nofal, sobre el valor que tiene la lectura y el espíritu que nos impulsa a leer un libro, oportunidad en que también hizo un balance sobre el trabajo que desplegaron en esta pandemia.

¿Cómo toma la Editorial este día del lector, teniendo en cuenta esta “normalidad” por la que atravesamos?
La figura de Borges actualiza la pregunta por la biblioteca, las lecturas y los actores de esta historia de amor entre los libros y les que pensamos en ese mundo habitado por la palabra escrita. Hablamos siempre desde un lugar y desde un cuerpo. Con citas inverificables. Pedacitos de cuentos, paradojas prestadas de relatos y algún secreto escuchado. Un murmullo, un grito y muchos olvidos. Un lugar que nos define, desde donde nos pensamos. Un eje que construye, entre las tensiones y los conflictos, el sentir del cuerpo que habitamos. Y sus memorias. En ese punto, la lectura organiza el imaginario de lo que somos del lugar desde donde venimos. 
Indudablemente la realidad de la pandemia nos interpela desde un exterior que se vuelve amenazante y un adentro de nuestras casas que tuvieron que pensarse como hogar. En muchos casos, volvimos a vestir espacios despojados de experiencias cotidianas. El diario transcurrir se instaló entre las paredes que de tan próximas se nos había vuelto desconocidas. Y encontrar allí las palabras para salir. La rutina de librería y editorial se alteró hasta en sus detalles más diminutos. Y tuvimos que dar una respuesta urgente ante lo inesperado: en ese punto, la página institucional de la UNT nos convocó a pensar en los lectores. Y allí fuimos, con nuestro proyecto de catálogo abierto. Lejos de los mandatos del mercado, la decisión política del equipo de gestión fue clara y precisa: acompañar con libros el aislamiento preventivo. La palabra se volvió próxima y así fuimos subiendo a plataforma los libros en formato “pdf”. A mano generosa. A palabra abierta. El libro en su belleza y esplendor. 

¿Cómo ven la respuesta del público lector a las publicaciones de EDUNT?, ya que se transformaron en el vehículo para que muchas personas se acercaran a su propuesta de libros digitales.
La semana pasada, la Secretaría de Gestión y Comunicación Institucional nos acercó un informe sobre la “vistas” que recibieron las publicaciones de nuestro sello editorial. En algunos casos, los números superaban las 2.000 entradas en una escala que se iniciaba en 500 visitas. Debo decir que me gustan los números y el relato que traen a la mesa de conversaciones. Ver un libro no necesariamente implica una experiencia de lectura; tampoco contar un libro o tenerlo en la mesa de luz validan este transcurrir posible de la lectura, pero es indudable que hay algo entre el que mira y su objeto, una relación de deseo que se inicia en esa aproximación. 
En ese sentido, sobre la materialidad de una tirada promedio de 300 libros físicos, superar los tres dígitos en una cuantificación de las vistas implica volver a las preguntas de fondo sobre la centralidad del libro en un proyecto de universidad. Viaje a la semilla o el retorno a las cuestiones de fondo: ¿qué publicamos? ¿cómo circulan nuestras ediciones? El nuevo mapa nos permitió encontrar nuevos lectores y nuevos escenarios anclados en un más allá de nuestra geografía. Una nube próxima, un mundo intangible con la materialidad del libro y sus ideas y sus libertades. Que se cruzan en un punto pero que no se superponen. La realidad de un “pdf” nunca reemplaza la seducción del libro. Sin embargo, ese soporte virtual es, en todo caso, el disparador de su búsqueda, la constatación de una falta y el organizador del deseo en el mientras tanto del hallazgo. Y en ese punto reivindico la posición de acción y pregunta ante la complejidad de la coyuntura actual. Más allá del romanticismo de la lectura, es interesante pensar que un libro puede abrir mundos posibles en el encierro, metáforas para explicar la vida misma, fantasmas o fantasías de futuro. Un todo cifrado en esos universos posibles que son los libros sentidos y pensados desde nuestra Universidad.

¿Cuáles son los desafíos de EDUNT de aquí en adelante, teniendo en cuenta que la cuarentena va a continuar?
Los oficios de editora me encuentran en la dirección de EDUNT, organismo dependiente de la Secretaría General del Rectorado de la UNT. La pandemia nos desafió en plataformas y en la construcción de protocolos virtuales para construir comunidad y articularnos en el trabajo a distancia. Nuestra primera decisión política fue la de abrir el catálogo con el acuerdo de los autores que quisieron sumarse a este nuevo proyecto. Con la incertidumbre que implica y que lo constituye. En los archipiélagos de la soledad se construyeron vínculos y espacios con una lógica que nos sorprendió: el cuidado. El contexto implicó una voluntad de privilegiar los cuerpos y su salud por sobre el mercado. La fuerza de trabajo por sobre el capital. Esta decisión compromete, indudablemente, un marco de referencia para nuestras acciones presentes y para los proyectos futuros. 
Indudablemente la lectura en pantalla, la idea de una lectura plana cambia los modos de leer y fundamentalmente cambia los modos en los que los lectores intervenimos en los textos y organizamos nuestras bitácoras en los libros. La marca del lector es distinta y en un punto hasta paradojal. La Universidad ha consolidado un catálogo editorial vinculado a una reserva estratégica de la producción de conocimientos sobre sus áreas de desarrollo científico y tecnológico en diálogo con la lógica literaria y cultural de la región. Nuestros libros se piensan como objetos, con una estética particular que tiene como objetivo convocar lectores y lecturas pero también promover escrituras y escritores. 
El plan estratégico se configura desde la idea de tucumanidad y es en este punto en donde despliega colecciones y series. En ese sentido, nuestros autores y nuestras autoras son, en su mayoría, docentes y escritores. Que viven, sienten y escriben desde Tucumán. Las tensiones del debate entre el centro y la periferia impactan en cada movimiento escriturario. Nuestros grandes desafíos se vinculan con la circulación de nuestros libros, los circuitos, los corredores y las estrategias. 
La decisión política del Rector de la UNT, el Ingeniero José García, en los términos de acompañar con libros el aislamiento preventivo y obligatorio, implicó la construcción de un perfil más amplio para el sello. El proyecto de un catálogo abierto indudablemente abrió circuitos nuevos y se sumaron a nuestro núcleo de producción los equipos de la Secretaría de Gestión y Comunicación Institucional de la Universidad. Será entonces el desafío futuro capitalizar la experiencia digital y construir estrategias de producción en ese nuevo escenario. Pero creo que la misión de nuestros libros tiene que ver con una construcción identitaria con marcas particulares. Es interesante pensar cómo el lugar del autor se construye en diálogo con los editores. El presente debate invisibiliza en un punto ese papel fundamental en un circuito de producción. Y en esta zona de contacto, los derechos y las preguntas sobre la autoría y su lugar son múltiples. 

Leer un libro puede derivar en otras lecturas y conmovernos.
Como en esa bella metáfora de Reinaldo Arenas en “El mundo alucinante”, de algún modo caí “en el veneno de la literatura” como profesora y como editora en la Universidad. En la rutina de enseñar, muchas veces los libros no están, porque son de otro tiempo, porque son de otro mundo incluso, porque son de otra lengua. Están sus copias y, fundamentalmente, están los relatos de una lectura en voz alta: una vocalidad del cuerpo que puede conmover, provocar otras lecturas y derivas infinitas. Una llave, una puerta de entrada, una sospecha y un desafío. Una copia que arma una comunidad que organiza bibliotecas y libros que se prestan, se roban, se trafican. Libros del conquistador, cuadernos de la cárcel, la biblioteca de los libros rechazados, Babel y la nostalgia feliz. De cómo se construyen los lectores y sus mundos. Sin ese ejercicio, el libro se enmudece. No sé si es una trampa del sistema o un ejercicio de justicia. Un libro es, indudablemente un hacer con palabras y una intervención de la escritura despojada de sus enseres cotidianos. Una puerta a los mundos nuevos que se construyen aún en los momentos más difíciles.



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