Adiós a un referente de la historia de la Arquitectura

Con la partida de Alberto Raúl Nicolini se va un referente de la historia de la Arquitectura en nuestro país y en el exterior. Admirado docente universitario y ferviente defensor del patrimonio, fue un riguroso analista del desarrollo urbano y del derrotero histórico de la ciudad. Muy poco tiempo después de la partida de su esposa, la docente en filosofía Julia Alessi, se apagó la lúcida mirada de este historiador de la Arquitectura.

Nacido en 1931 en Capital Federal, con la primera juventud vivida en San Isidro y después de dos años de estudio de Ingeniería, se volcó por consejos de un amigo a la Arquitectura. Contaba que en tercer año tuvo como profesor a Mario Buschiazzo, el famoso reconstructor de la Casa Histórica: “Me fascinó la historia de la Arquitectura y empecé a trabajar ahí como estudiante”. Egresó como arquitecto de la Universidad de Buenos Aires en 1958. Poco después lo convocó Eduardo Sacriste para dictar un curso en Tucumán. Y se quedó.

Ejerció la docencia en “Historia del Urbanismo, de la Arquitectura y del Arte” en cursos de grado en las universidades de Buenos Aires, La Plata y Tucumán; y en cursos de posgrado en las de Tucumán, del Nordeste, de Córdoba, de Mar del Plata y de Buenos Aires; en la Católica de Córdoba, en la de Mendoza y en el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio de La Habana. Fue profesor invitado y miembro del Comité Académico del Curso de Especialización en Historia y Crítica Arquitectónicas y Urbanísticas de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y también del Comité Académico de la Maestría en Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mar del Plata. 

Fue profesor invitado del Centro Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos de La Habana, patrocinado por la Unesco, como así también del Doctorado en Historia del Arte y la Arquitectura en Iberoamérica de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Ha sido profesor consulto de la UNT; dictó clases de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericanos. En el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura dirigió un programa de investigación titulado “El patrimonio urbano y arquitectónico del Noroeste Argentino, considerado en su contexto iberoamericano”. Fue Director del Magister en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Latinoamericano. Se desempeñó como director del Museo de la UNT “Juan B. Terán”, desde su creación, en 2002, hasta 2006.

Pronunció más de 350 conferencias sobre temas de su especialidad a lo largo del país, de Latinoamérica y España. Fue miembro del Fondo Nacional de las Artes e investigador invitado del proyecto Acalapi de la Unesco. En 2007 recibió el Premio América otorgado por el XII Seminario de Arquitectura Latinoamericana; en 2009, el Premio a la Trayectoria otorgado por el Cicop, por la valoración y la defensa del patrimonio arquitectónico y urbano; y, en 2010, la Fundación Miguel Lillo lo designó Miembro de Honor.

Integró las Academias nacionales de la Historia y de Bellas Artes; ha sido miembro de número de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, asesor emérito de la Comisión de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos y miembro honorario de Icomos Argentina.

Fue un gran estudioso de la identidad urbana y de sus instituciones. Así como en algunos momentos criticaba la capital como una “ciudad bombardeada y desgobernada”, también ofrecía una visión amplia del valor del patrimonio y de la posible integración entre los inmuebles históricos y la ciudad contemporánea. “No estamos hablando solo de casas viejas sino de una parte de la historia y de la identidad de la provincia. Además, son edificios que sirven. Tucumán vive envidiando a Salta por su habilidad para manejar el turismo; allí hay un ejemplo de cómo con decisión política, se ha logrado preservar edificios históricos alrededor de la plaza central y valorizarlos como atractivo turístico” (entrevista de 2008).

Durante los debates por la enajenación de inmuebles de valor histórico cultural y arquitectónico en 2008, integró el espacio “Tucumán no se vende”. “En los países civilizados el Estado salva propiedades para incorporarlas al patrimonio de todos. Aquí estamos haciendo lo contrario… no se entiende a qué viene que se quieren tirar abajo obras que fueron construidas en la época de oro de Tucumán como fue la gente la generación del Centenario” (2008).

Crecimiento y cambios
Del mismo modo, mostraba cómo había sido el crecimiento arquitectónico a mitad del siglo pasado: “Tucumán tuvo una homogeneidad muy notable entre 1940 y 1950. Esto fue un fenómeno generalizado en América Latina, donde partir esos años empiezan a aparecer los edificios en propiedad horizontal, las autorizaciones para construir en torre y, más tarde, se ven las playas de estacionamiento. Probablemente estos dos elementos -la gran torre aislada y el importante hueco del estacionamiento- son las claves que empiezan a destruir la ciudad compacta” (entrevista de 1992).

Contaba que su llegada a Tucumán como profesor invitado definió su destino. “Iba a venir por un mes, porque nos íbamos a turnar con otros colegas, que finalmente no pudieron hacerlo. Así que me quedé, primero por tres meses y al año siguiente me ofrecieron un contrato. En la decisión de quedarnos, porque vine con mi esposa, que es profesora de Filosofía, pesó mucho el hecho de que nos fuimos a vivir a Horco Molle. Nos pareció un excelente plan vivir en un lugar precioso, rodeados por colegas de distintas profesiones y de todas partes del mundo. Allí vivimos 18 años. Una muestra de cuánto nos arreglamos es que tres de mis cuatro hijos nacieron en Buenos Aires, pero todos se sienten tucumanos”.
(Datos a partir de un informe de la UNT, recopilados por Carlos Páez de la Torre -h-)


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