Pompeyo Audivert llega a la UNT: “Siempre creí que la educación superior es aquella que los alumnos definen”

El seminario “Máquinas Teatrales. El piedrazo en el espejo. Teatro de la fuerza ausente”, llega a la Universidad Nacional de Tucumán dictado por el destacado actor, director teatral, dramaturgo y docente, Pompeyo Audivert. La propuesta es organizada por la Secretaría de Extensión Universitaria, y tendrá lugar los días 20 y 21 de abril en el Teatro Alberdi ubicado en Crisóstomo Álvarez esquina Jujuy. Por informes e inscripción, los interesados pueden asistir a la Sala Tríbulo, 1er piso, lunes a viernes de 9:30 a 12:00 en el Teatro Alberdi.

En este sentido, desde Medios UNT charlamos con el especialista en la materia y protagonista de obras como 'Postales Argentinas' y 'La Guerra de los teatros', quien nos comentó con qué se encontrará el público en esta capacitación. 
“Trabajaremos sobre procedimientos compositivos de los cuerpos, el cuadro escénico y la palabra. Plantearemos ejercicios de improvisación a los que llamamos 'máquinas teatrales', donde estos tres niveles de producción se realizan simultáneamente en una escena muy curiosa, que desata fuerzas teatrales poético metafísicas a las que llamamos 'La Fuerza Ausente'. El objetivo central del seminario es poder enfocar, desde la escena con los cuerpos, una noción del teatro de naturaleza metafísica”.


Así mismo, el director de Museo Ezeiza se refirió al tratamiento del teatro en la educación superior. “Siempre creí que la educación superior es aquella que los alumnos definen como necesaria a sus tendencias poético teatrales. Creo que una vez que se ha definido de qué se trata lo teatral, para uno, comienza entonces la educación superior, aquella que alienta esas necesidades y las intensifica y esclarece, dotándolas de conceptos y prácticas que abren nuevas perspectivas de lenguaje a la experiencia escénica. Creo en la búsqueda de un lenguaje poético propio; por lo tanto, sospecho de los cánones y las herencias, mejor dicho, las considero útiles pero relativas a los deseos de producción teatral de los/las actrices/actores, que en estas épocas de crisis son lo más importante, en la medida en que ese pulso deseante es lo único cierto.

Más adelante, Audivert habló sobre los desafíos más importantes a trabajar en el mundo de las artes escénicas y cómo debería abordarse en la actualidad. “Pienso que el mayor desafío para los teatristas, hoy, es asumir que el espejo es un engaño, que hay que arrojar un piedrazo en el espejo, revelarlo como lápida destinada a ocultar y extinguir las fuerzas que sostienen la realidad. Para ello habrá que desarrollar políticas, técnicas y procedimientos formales, que constituyan ese piedrazo desde las formas de producción materiales de nuestro arte teatral”.

Para ampliar este aspecto, el maestro del teatro destacó cómo se desarrolla una de sus clases. “Básicamente, es una experiencia física de deslinde desde la composición discontinua, me refiero a una forma de situar el cuerpo en otra posición, más radical y consciente, que pueda producir despliegues y reconfiguraciones desde una perspectiva no convencional. En cierto momento, la irrupción del campo asociativo de la palabra viene a coronar la práctica y a producir una intensificación aún mayor, produciendo un tipo de escena muy misteriosa, esencialmente teatral. Trabajamos desde las temáticas propias de la máquina teatral, sin dotarnos de coartadas convencionales tranquilizadoras. Es decir, abrimos versiones y subversiones de identidad y pertenencia a una escala extracotidiana”.


Por otro lado, el autor del libro 'El piedrazo en el espejo' hizo un repaso por su carrera profesional y reveló cuáles son las figuras que calaron hondo en su vocación. “Me marcó la época en que comencé a hacer teatro, los finales de los años '70. Siempre sentí que las fuerzas poético sociales que estaban siendo exterminadas pasaban a la clandestinidad en nuestros cuerpos adolescentes y seguían operando y liberando territorio a otra escala. Esas fuerzas me marcaron y aún hoy me impelen, mis maestros secretos, salvajes, impiadosos, libertarios. Luego vinieron los maestros tutelares, Alejandra Boero, Lorenzo Quinteros, Ricardo Bartis, quienes me dieron otro aliento fundamental para abrirme a mis instintos y propósitos teatrales metafísicos”.


Finalmente, Pompeyo Audivert dejó un sentido mensaje a los jóvenes de la generación que desean encarar las artes escénicas.
“El teatro es una máquina destinada a sondear identidad y pertenencia a un nivel no cotidiano, una forma de acceso a la identidad de estructura, a los misterios existenciales. Para hacerlo se recubre -por lo general- de alguna ficción curiosa: el texto, la obra. Los teatristas debemos tener en claro que el texto es solo una parte de la operación, de ningún modo la central, es la carnada para pescar un bicho mayor, la superficie de inscripción de la rasgadura poética que desata la valencia metafísica del teatro. Esto tiene que ver con las cuestiones formales, con los cuerpos y su forma de producción, con el cuadro y la suya, y también con la palabra. Lo central es transparentar en la obra que fuere las temáticas de base de la máquina teatral: ¿quiénes somos? ¿dónde estamos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿qué estamos haciendo? Se trata de hacer estallar estas preguntas, no solamente de complacernos con poner el cuerpo a las versiones ficcionales curiosas que tramita el texto. El sentido de fondo del teatro no está en la letra, sino en su realidad metafísica, esa es su señal y su gracia. El teatro es una zona liberada que debe señalar todo el tiempo a través de sus formas de hacerse, que el frente histórico y la identidad son un campo ficcional alienado”. 

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