Música, Maestro

En el marco de los festejos por el 112° aniversario del Teatro Alberdi, Gustavo Guersman, Director de la Orquesta Juvenil de la Universidad Nacional de Tucumán, nos recibe en el segundo piso del coliseo universitario para invitarnos a adentrarnos en su universo musical.
Gustavo Guersman es bioquímico y músico. Como hombre de las artes, es director, violinista y docente. Se formó en la Escuela de Música de la UNT, en Buenos Aires (becario de la Camerata Bariloche), en Verona (Italia) y en la Universidad de Artes de Tokio (Japón).

Al mando de la Batuta
Director Titular de la Orquesta Juvenil de la UNT desde 1990, nos relató cómo fueron sus inicios, como conductor de la misma. “Regresaba de Italia, cuando me proponen la dirección. Fue todo un desafío, ya que, como primera medida, debíamos agrandar la Orquesta, con un número de integrantes que permitiera poder hacer un repertorio y poder plantear proyectos a corto, mediano y largo plazo”. Con su mirada profunda y tono de voz contundente, recalca que “lo más difícil no es armar un proyecto, sino poder sostenerlo en el tiempo, más aún, cuando esta Orquesta Juvenil es la única del país que tiene una trayectoria ininterrumpida desde 1985 hasta el día de hoy”.


¿Cómo definirías tu relación entre la enseñanza de la técnica y lo creativo?

Es un equilibrio. No hay ninguna técnica que sea “per-se”, es decir, debe tener un objetivo claro en cuanto a la interpretación musical, sino, se transforma en un compartimento estanco, imposible de aplicar. La técnica es anticipación. Antes de colocar una nota, tu mente debe pensar el sonido, y esa idea es la que te traslada donde estás.


¿Cuáles son los directores que consideras influyentes en vos?

De los más antiguos, Claudio Abbado, director de orquesta italiano. De los modernos, me gusta mucho Klaus Mäkelä, es un director y violonchelista finlandés. Pero, prima fascie, destaco el enfoque humano, que sea intimista. El director es un medio, la partitura (música), es el final, el objetivo.


Siguiendo esa línea, ¿Cómo definís a un director?
La función de un director es lograr que más de 60, 70 o 120 personas diferentes, trabajen por un objetivo común, es lo que considero que debería ser una sociedad, donde todos aportamos lo mejor de cada uno.
Todos los músicos tienen la partitura, pero es el conductor quien le da la impronta que es propia, es la entonación, la interpretación de la música; basada en decisiones como: la magnitud, la velocidad, la intensidad.

Guersman, tras bambalinas
La entrevista continúa en un clima cálido, donde los sonidos de cuerdas y vientos, previos al ensayo de la Orquesta Juvenil, se entremezclan en la charla.


¿Cuáles fueron tus mayores desafíos?

Como violinista, los concursos en Italia. Como conductor, destaco dirigir a la Sinfónica Nacional, que fue como dirigir a la Selección Argentina, al igual que la Orquesta Nacional Juvenil y la Orquesta Nacional de Música Argentina, donde confluyen músicos de todo el país.


¿En lo personal, qué emoción te vincula con la Orquesta Juvenil?
Es como un hijo. Llegué, cuando apenas tenía 5 años de creación y ya llevo 35 dirigiéndola. Intento, que el tránsito por esta Orquesta signifique para los músicos, una escuela de vida, donde aprendan del intercambio de roles y trabajo en equipo. Donde el error, pueda ser considerado una oportunidad de búsqueda de una solución.


¿Qué sinfonía te queda pendiente interpretar con la Juvenil?
Muchas, pero sin duda, la Sinfonía N° 2 de Gustav Mahler, la Resurrección, que va acompañada con un coro y dos solistas. La obra tiene un mensaje muy claro: explorar uno de los misterios de la vida, lo que pasa después de la muerte.

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