106 años de la Reforma Universitaria: la UNT conmemora la vigencia de la gesta de 1918

Desde la Universidad Nacional de Tucumán celebramos y rememoramos uno de los hechos históricos que marcó profundamente el sistema educativo superior. En esta ocasión recordamos la Reforma Universitaria de 1918 que este año cumple su 106 aniversario.

La Argentina de 1918 era un país con alrededor de 8 millones de habitantes y poco menos de 10 mil estudiantes universitarios distribuidos en tres casas de altos estudios nacionales, Córdoba, Buenos Aires y La Plata (Tucumán y Litoral todavía eran universidades provinciales). En la primera universidad, el sistema de gobierno mantenía un rostro conservador, los universitarios no llegaban a mil, lo que despertó una rebelión contra una rígida autoridad externa a las facultades, las academias, absolutamente reacia a cualquier cambio.

La Universidad de Córdoba mantenía programas de estudio anacrónicos y un cuerpo docente incapaz de toda renovación. En marzo de 1918 los estudiantes formaron un Comité pro-reforma y unos meses más tarde, el 15 de junio de 1918, impidieron la designación del Dr. Antonio Nores como nuevo rector y declararon la huelga general.

En este punto, la movilización estudiantil tomó un rol protagónico, conformando la Federación Universitaria Argentina (FUA), y haciendo llegar su pedido al gobierno de Yrigoyen. Cuando el líder radical accedió al gobierno, la universidad era un ámbito casi exclusivo de los jóvenes pertenecientes a las clases dirigentes. Pero la creciente clase media comenzaba a pujar por el ascenso social y por el acceso a ejercicio de profesiones liberales.

Los estudiantes fueron a las calles y ocuparon la Universidad. Unos meses después, esas luchas dieron su fruto, obtuvieron el cogobierno y sus militantes más radicalizados bregaron por inscribir este proceso en una lucha popular más amplia. Como bien aclaró Deodoro Roca en el ya célebre Manifiesto Liminar, “los dolores que quedan son las libertades que faltan”.

Los cambios realizados posibilitaron, además a los estudiantes, graduados y profesores, la renovación de los programas de estudio y la apertura de la formación superior a la clase media. A su vez, el Presidente de la Nación sostuvo la autonomía de la Universidad frente al Estado.

Con estos bríos, la Reforma se convirtió en un faro para los estudiantes latinoamericanos deseosos de transformar sus casas de estudios y más aún, ansiosos por remover el atraso y la dependencia ancladas en sus sociedades. Perú y Cuba, con las figuras de Raúl Haya de la Torre (radicalizado pocos años después por Mariategui) y Julio Antonio Mella, marcaron los momentos cumbres de esta radicalización universitaria en América Latina. Incluso varios de los manifiestos del Mayo Francés, en 1968, recordaban las jornadas cordobesas de principios de siglo. Desde entonces la Reforma Universitaria ha permanecido entre nosotros.

Más Noticias