Algo básico que nos ofrece la luz y que resulta obvio es que nos permite ver, pero hay otros efectos no visuales que tienen que ver con el grado de bienestar que genera o no la iluminación. Hoy en día, se habla de una iluminación centrada en la persona, concepto que se estudia en distintas partes del mundo y que apunta a optimizar el balance entre luz natural y artificial. La Universidad Nacional de Tucumán cuenta con un posgrado en iluminación, único en Sudamérica, y un departamento de Luminotecnia, Luz y Visión dónde se gestan líneas de investigación que buscan mejorar la iluminación en distintos ambientes, como los hospitales.
Un estudio encabezado por la psicóloga y doctora en Psicología Ambiental por la Universidad de Lund (Suecia), hasta hace poco docente de la UNT e investigadora del CONICET, Graciela Tonello, y por la arquitecta y especialista en Medio Ambiente Visual e Iluminación Eficiente, María del Milagro Elorriaga analiza el ambiente y la iluminación de dos hospitales públicos de Tucumán. La investigación se realizó entre 2018- 2019 en las salas comunes de internación y de terapias intensiva, intermedia y coronaria.
Las profesionales realizaron mediciones ambientales (ruido, temperatura y humedad, así como el diseño arquitectónico y organizacional), fotométricas (iluminancia, luminancia, irradiancia espectral) y subjetivas (encuestas), para encontrar asociaciones entre parámetros físicos/ambientales y las respuestas perceptuales de los usuarios (personal de enfermería y pacientes).
Tonello comentó que realizaron encuestas sobre satisfacción ambiental, percepción del espacio y nivel de iluminación. “Los ítems se seleccionaron en base a la revisión de antecedentes que indicaban que factores ambientales, como una iluminación deficiente o incorrecta, es un estresor más a la ya de por sí situación de estrés que experimenta una persona hospitalizada”, comentó.
La profesional señaló que las unidades de cuidados críticos constituyen un ejemplo paradigmático de la importancia de proveer de ventanas para el ingreso de luz natural y vistas al exterior. “El contacto con el entorno natural ayuda a consolidar el ritmo circadiano de la persona internada”, precisó. Es el ritmo que regula los cambios mentales y físicos que transcurren durante las 24 horas del día. Agregó: “perder contacto con el entorno contribuye a debilitar el ritmo circadiano y a un mayor riesgo de presentar delirio típico”. Ese delirio se suele producir en las terapias intensivas y el paciente presenta síntomas de confusión, desorientación, agitación y a veces alucinaciones.
Tonello comentó que en total entrevistaron a 225 personas entre pacientes y personal de la salud. “Las evaluaciones positivas, en términos de satisfacción ambiental y calificadores del espacio, se asociaron con los lugares con mayor contribución de luz natural. Y los resultados mostraron que los valores de iluminancia obtenidos en las Unidad de Cuidados Intensivos (UCIs) se encuentran muy por debajo de lo recomendado por normas nacionales e internacionales”, puntualizó. Aunque la investigadora pudo registrar que el personal del hospital evaluó esos niveles como “aceptables para ejecutar las tareas, debido a la alta contribución de luz natural que poseen las UCIs”.
Ventanas e iluminación natural
La psicóloga habló acerca de lo evaluado en las salas de los hospitales dónde las más viejas estaban iluminadas con tubos fluorescentes y las nuevas con leds y también con luz natural. “Los resultados de mayor satisfacción estuvieron asociadas a las viejas salas por la contribución de la luz natural. En las salas nuevas (con iluminación LED), la iluminación artificial mostraba valores tan altos que anulaban la percepción de luz natural generando un ambiente muy brillante y visualmente molesto”, puntualizó.
Otra de las observaciones fue que en la unidad de terapia coronaria y en las salas de internación de uno de los hospitales había grandes ventanas, lo que permitía aprovechar la luz natural. Y en el otro hospital, ubicado en el interior de la Provincia, la terapia intensiva tenía una importante contribución de luz natural debido a los amplios ventanales que poseía.
La doctora Tonello indicó: “los seres humanos responden a la exposición ambiental a través de un proceso holístico (psicológico y fisiológico) y, a veces la intensidad de la estimulación es tal, que sobrepasa los recursos de afrontamiento provocando condiciones de estrés”, puntualizó. Agregó que, tanto los estudios internacionales como las evaluaciones realizadas por su grupo de trabajo, confirman la importancia de lograr un balance adecuado entre luz artificial y natural para aportar a la recuperación del paciente.
Los efectos de la luz en hospitales del mundo
Ya en el 2022 y con la pandemia encima, un grupo de investigadores en neurociencias y medicina del sueño de la Argentina, Canadá, Estados Unidos, India y Noruega había publicado un artículo en una revista científica sobre los efectos negativos de la iluminación en hospitales para la recuperación de los pacientes.
Uno de los aspectos que afecta la salud del paciente internado, indica el trabajo de ese equipo de investigación, “es la iluminación ambiental continua o irregular en las unidades de cuidados intensivos. La iluminación, especialmente cuando es prolongada y no está sincronizada con los ritmos biológicos del paciente, puede retrasar o interferir en su recuperación”, detalle el estudio.