El Papa Francisco, representa una de las figuras más trascendentes del siglo XXI. Su voz, cargada de humildad y firmeza, ha logrado superar los límites del Vaticano para convertirse en un faro moral, en un símbolo de diálogo y compromiso con los más vulnerables.
Nacido en Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, inició su camino pastoral marcado por una sensibilidad especial hacia los más necesitados. Como Arzobispo de la capital argentina, su cercanía con los sectores populares, su defensa del diálogo interreligioso y su prédica por una Iglesia austera y al servicio del pueblo, lo convirtieron en un referente del humanismo cristiano y latinoamericano.
En 2013, su elección como el primer Papa latinoamericano inauguró un tiempo nuevo en la Iglesia Católica. Desde entonces, su pontificado se caracterizó por un mensaje profundamente comprometido con los grandes desafíos contemporáneos como la pobreza, la exclusión, la desigualdad, el deterioro ambiental y la falta de sentido en un mundo hiperconectado pero desconectado en lo humano.
Sus encíclicas “Evangelii Gaudium” y “Laudato Si” han sido verdaderos manifiestos éticos que invitan a pensar un modelo de desarrollo más justo y sostenible. Francisco no temió alzar la voz frente a las injusticias, ni a tender puentes en tiempos de muros. Ha sido mediador en conflictos internacionales, promotor del diálogo interreligioso y defensor de una fe que no se encierra, sino que se abrió al encuentro.
Por estas razones, el Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Tucumán decidió por unanimidad, en sesión del 11 de octubre de 2016, otorgarle el título de Doctor Honoris Causa, como expresión del más alto reconocimiento académico a una vida dedicada al bien común, a la paz y a la transformación social.



Fue un año después, el 9 de octubre de 2017, que una delegación de la UNT, encabezada por la entonces rectora, Dra. Alicia Bardón y el vicerrector, Ing. José García, tuvieron el honor de encontrarse con el Santo Padre en el Vaticano, en una audiencia que reafirmó los lazos entre la universidad pública y el pensamiento humanista que él representaba.
“El que trabaja en educación está comprometido con la justicia social; sin educación, las pasiones son las que conducen”, expresó entonces Francisco, recordando el rol insustituible de la educación como herramienta de justicia y dignidad.
La Universidad Nacional de Tucumán honra así no solo a un líder espiritual, sino a un hombre que ha hecho de la coherencia entre palabra y acción su más potente mensaje. Su legado trasciende fronteras, credos y culturas. En él se encarnan los valores que guían a esta casa de estudios: compromiso, equidad, y servicio a la sociedad.
