EDUNT rescata la memoria visual de Tucumán con La memoria de la luz

Con la publicación de “La memoria de la luz. Fotografía y retrato en Tucumán”, la Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (EDUNT) vuelve a poner en el centro de la agenda cultural el valor del patrimonio visual. En este volumen, el fotógrafo, investigador y conservador Carlos Darío Albornoz reconstruye el nacimiento del mercado fotográfico local y revaloriza la imagen como documento histórico, artístico y social.

El libro forma parte de la Colección Acervos, una nueva iniciativa de EDUNT dedicada a recuperar materiales, figuras y producciones fundamentales para comprender la identidad cultural de la provincia y la región.

Los inicios de la fotografía en Tucumán, del daguerrotipo al negativo

En la entrevista que acompaña el proceso de creación del libro, Albornoz repasa la transformación del oficio fotográfico en Tucumán desde mediados del siglo XIX. Menciona el rol pionero de Amadeo Jacques, director del Colegio Nacional y de su colega daguerrotipista, quienes ofrecían al público local los primeros retratos realizados con esa técnica única e irreproducible.

“El daguerrotipo tiene un problema para su tiempo: solo se puede hacer una vez. Es un positivo directo, no un negativo. No hay copias posibles. En cuanto aparecen procedimientos negativos-positivos, el daguerrotipo entra en decadencia”, explica el autor.

Con la llegada de nuevas tecnologías, figura el trabajo seminal de Paganelli, quien produce vistas de la ciudad, de los ingenios, de la Casa Histórica y un amplio conjunto de retratos utilizando negativos que permitían realizar múltiples copias. Su obra incluso formó parte de una edición encargada por el gobernador Arsenio Granillo, con 300 ejemplares ilustrados con fotografías originales pegadas a mano.

“Ese libro es hoy prácticamente imposible de encontrar. Pude ver uno y escanearlo. Otro está en el Museo Casa Histórica. Es una pieza excepcional del patrimonio fotográfico tucumano”, destaca Albornoz.

El libro también rescata la figura de Manuel Valdés del Pino, hijo del pintor Niseto Valdés. Formado en Buenos Aires, regresó a Tucumán con una mirada moderna y una notable capacidad técnica.

“Valdés del Pino firma, junto a otro fotógrafo, una suerte de patente para trabajar con un procedimiento desconocido en todo el mundo. Lo inventan ellos. Aquí había gente muy estudiosa, muy inteligente, en plena producción y experimentación. Nadie estaba caído del catre”, afirma Albornoz, revalorizando el aporte local a la historia de la fotografía argentina.

Por qué este libro importa hoy

Consultado sobre el sentido de “La memoria de la luz” para la sociedad actual, Albornoz insiste en la necesidad de recuperar la materialidad de la imagen, una dimensión que la era digital ha diluido.

“Lo digital no llega a ser una cosa. Es una imagen informativa, rápida, superficial. En cambio, las fotos de Paganelli, Valdés del Pino o Bachur son cosas: papel, cartón, tinta, textura. Son objetos que se pueden tocar. Eso permite entender la fotografía desde su profundidad, no desde la fugacidad de las redes.”

Para él, este libro ofrece al lector la posibilidad de reconectar con esa experiencia:
“Este libro también es analógico. Tiene peso, cuerpo, olor. Lo que propone es recuperar la fotografía como memoria, como objeto elaborado y no como mero contenido de consumo.”

La fotografía como documento, no como ilustración

Uno de los aportes más fuertes de Albornoz es su defensa del valor documental de la fotografía. Durante décadas, señala, las imágenes funcionaron como simples elementos decorativos de textos periodísticos o literarios.

“Durante muchos años la fotografía actuó como un gancho, como ilustración. Si sacabas la ilustración, el texto no se entendía; si sacabas el texto, la imagen tampoco. Lo que yo propongo es que la fotografía deje de ser un mero objeto ilustrativo para convertirse en un documento para la producción de la historia.”

“La memoria de la luz” se presenta así como un material imprescindible para historiadores, docentes, investigadores, artistas visuales y todos aquellos interesados en comprender cómo se construye la representación de una sociedad a través de la imagen. “Este libro no puede faltar en ninguna biblioteca seria. Es una herramienta para pensar la historia desde sus documentos visuales, no desde simples acompañamientos gráficos”, concluye Albornoz.

Con esta publicación, EDUNT reafirma su misión de preservar, estudiar y difundir el patrimonio cultural de Tucumán, y ponerlo al alcance de nuevas generaciones que necesitan reencontrarse con las raíces de su propia imagen.

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