EPAM: 40 años de vida, aprendizaje y comunidad universitaria

“Celebrar 40 años de historia es festejar también la vida, los sueños y las huellas que sembramos en compromiso con nuestra comunidad”, esa fue la reflexión más importante que brindó el Lic. Marcelo Mirkin secretario de Extensión Universitaria durante la celebraciones realizadas este viernes por las cuatro décadas del programa Educación Permanente para Adultos Mayores (EPAM)

“Han pasado muchas cosas en estos 40 años, hasta una pandemia de por medio. Pero la apuesta sigue siendo la misma que tuvieron los fundadores del EPAM: sostener un lugar de vida, un lugar de encuentro. Un espacio innovador que, desde 1985, abrió puertas para que personas mayores puedan formarse, expresarse y ser parte activa de la sociedad”; agregó justo antes de escuchar a los miembros del coro.

Más adelante, agregó: “El compromiso de la UNT se ha renovado a lo largo del tiempo, incluso cuando la casa que los alberga atravesó momentos difíciles: “Volvimos a abrirla y volvimos a crecer. Hoy seguimos expandiéndonos porque creemos que el EPAM es una verdadera inversión de la universidad en la sociedad”.

El valor de enseñar y aprender

Para Alberto Jiménez profesor de Taichi, el EPAM representa un programa muy valioso: “Es como el segundo hogar de los alumnos, un lugar donde no solo vienen a buscar calidad de vida, sino también amigos. Hemos llegado a tener más de 1.400 alumnos en una época; hoy son menos, pero el espíritu sigue siendo el mismo: compartir, aprender y cuidarnos mutuamente”.

Sus clases, que combinan movimiento físico, respiración, concentración y bienestar mental, son un ejemplo del enfoque integral que caracteriza al EPAM en cuanto a la amplia ofertas de capacitaciones y talleres.

En esta misma línea, Magdalena González manifestó su orgullo tras llevar adelante esta parte de la historia, donde el trabajo mancomunado prevalece: “Hoy, el EPAM reúne casi 500 alumnos, ofrece 50 talleres y cuenta con más de 20 docentes que acompañan esta misión. Son cuatro décadas de dar respuesta a la realidad del adulto mayor. No se trata solo de adquirir conocimientos; aquí se construyen amistades, se comparten momentos y se demuestra que el aprendizaje no tiene edad”.

Cuarenta años después de aquel innovador comienzo, el EPAM se mantiene firme en su esencia: ser un espacio donde la educación, la cultura y el afecto se entrelazan para darle sentido a una etapa vital que merece ser plena. Porque el verdadero legado del EPAM no son solo sus talleres, sino la comunidad que construye cada día.

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