Docentes del secundario se sienten agotados por un exceso de demandas no académicas

Una docente del secundario cuenta: “Le pedí la tarea a una alumna. Ella me dijo no la hice, a lo que yo le pregunté por qué, qué le había pasado. Se sentó, no contestó nada y se desmayó. Tuvimos que llamar a la ambulancia porque no reaccionaba. Después de todo lo ocurrido sentí culpa de haberle pedido la tarea”. Esa es una de las tantas anécdotas que escuchó un grupo de investigadoras de la Facultad de Psicología de la UNT durante un trabajo que analiza los malestares y síntomas en equipos de educación secundaria de San Miguel de Tucumán. Aborda, bajo una perspectiva psicoanalítica, las vivencias de un equipo escolar que trabaja con adolescentes.

La opinión, casi generalizada, de los docentes y equipos técnicos del secundario incluidos en el estudio es que los alumnos, luego de la pandemia, profundizaron las deficiencias en el aprendizaje. “Los adolescentes, en su mayoría, perdieron hábitos de estudio, asistencia y responsabilidad. Se evidencia falta de comprensión lectora, una reducción en el vocabulario y dificultad para construir una opinión personal”, reza un párrafo del análisis. Otra dimensión del estudio hace referencia a la dificultad del equipo escolar para dar respuesta a demandas que no son estrictamente académicas, como intervenir en situaciones de vulnerabilidad de derechos de los adolescentes o articular con equipos de salud externos.

Si bien, los resultados del estudio son reveladores no son extensivos a la situación que viven los docentes de todas las escuelas secundarias de Tucumán. Es un análisis cualitativo, cuyas conclusiones se circunscriben a la realidad contada por los equipos técnicos y docentes de seis escuelas medias de San Miguel de Tucumán: tres de gestión pública y tres de gestión privada. Forma parte de un proyecto de investigación seleccionado en el marco de las Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y, se inserta a su vez, en un proyecto acreditado de la cátedra Estrategias de Prevención Psicológica de la Facultad de Psicología de la UNT.

La autora del trabajo es alumna del último año de la carrera de Psicología de la UNT, Luciana Sánchez Soria; dirigida por la titular de la cátedra Estrategias de Prevención Psicológica, Mariela Mozzi. Integran el equipo los docentes, estudiantes y psicólogos: Natalia Frisz, Silvia Polti, Mariana Fontdevila, Matías Gallegos, Matías Acosta, Lucas Gil, Fabricio Mamani y Lara Velarádez.

Parte del equipo de investigación de la Facultad de Psicología: Fabricio Mamaní, Lara Velárdez, Luciana Sánchez Soria, Mariela Mozzi, Natalia Frisz y Mariana Fontdevila.

Sánchez Soria señaló que el estudio tiene un enfoque descriptivo, cualitativo y naturalista. Esto último porque estudia la realidad en su contexto natural y toma el marco teórico del psicoanálisis. Indicó que en cada institución se trabajó con cuatro profesionales del equipo escolar: dos docentes, un directivo y un miembro del equipo técnico o DOE (Departamento de Orientación Escolar).

El estudio empleó como técnica de recolección de datos la entrevista en profundidad, la cual permitió obtener información sobre tres objetivos de análisis propuestos: malestares y síntomas en relación a los objetivos institucionales, malestares y síntomas vinculados a la tarea y malestares y síntomas en las relaciones con otras personas.

Violencia virtual y deslegitimación de la escuela

Docentes y equipos técnicos de escuelas secundarias opinaron que el uso “desmedido” del celular en las aulas tiene impacto negativo en los adolescentes y que su comportamiento se parece al que tendrían con una “sustancia adictiva”. “Observamos una disminución de la violencia física entre los adolescentes, pero una agudización de nuevas modalidades de violencia a través de medios digitales”, indicaron. El personal entrevistado señaló que la virtualización posibilita el actuar desde el anonimato con escraches a docentes por redes sociales, por ejemplo, si son desaprobados en alguna materia. O escraches entre compañeros y el bullying”, explicaron.

Otra de las observaciones del personal que participó del estudio fue que se profundizó la deslegitimación de la escuela por parte de las familias de los alumnos, a partir de la pandemia. “Los padres, en algunas ocasiones, llegan a indicar a los docentes cómo deberían dar sus clases”, manifestaron en algunos testimonios.

“Nombrar el malestar docente”

Luciana Sánchez Soria destacó cuál fue la importancia del estudio, de realizar las entrevistas en profundidad y de sistematizar los datos obtenidos. “Poder nombrar el malestar que viven y aqueja a los equipos docentes es un gran paso porque nos permite pensar nuevas formas de intervención y dispositivos de abordaje”, argumentó.

La investigadora comentó que el objetivo del trabajo fue conocer cuáles son los malestares que se presentan en el área de educación, teniendo en cuenta el contexto de la pos pandemia. “La nueva modalidad del malestar en los 24 miembros del equipo de educación secundaria que participó del estudio refiere a afectos desbordados (enojo, angustia y agresividad). Desde la propuesta del psicoanálisis, el malestar es paradójico porque puede ser un punto de partida de la queja y el padecimiento pero, a la vez, causa para la creación y construcción de distintas estrategias para su abordaje”, concluyó.

Por Daniela Orlandi

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