Por Daniela Orlandi
En un perfecto ejemplo de economía circular y de vinculación tecnológica, investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán en articulación con el municipio de Tafí Viejo y con la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) que depende del Conicet NOA Sur, generan un acelerador natural de compostaje o biocatalizador que se aplica a los subproductos de la industria citrícola. Luego, ese fertilizante vuelve a las plantaciones de limón para abonar la tierra de los productores taficeños.
En el Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico (CIAT) ubicado en San Juan al 2000 de Tafí Viejo funciona una planta de procesamiento de residuos secos y residuos orgánicos y es modelo en sustentabilidad ambiental en la Provincia. Los residuos orgánicos que allí se procesan se destinan principalmente al abono de tierras y de plantas que posee el municipio, los viveros locales y puntos de ecocanjes y una mínima parte vuelve a los productores. En este estratégico lugar se desarrolla una investigación a escala campo que es encabezada por investigadores de nuestra Universidad y del Conicet que ensayan un acelerador de compostaje microbiológico con excelentes resultados.
La doctora en bioquímica, Cintia Romero, lidera el grupo de investigación que integra junto a Enzo Raimondo, Carolina Navarro, Analía Álvarez, Verónica Runco, Karina Cruz, María Inés Gómez y Mauricio Colombo. Romero explicó que se trata de un desarrollo tecnológico que acelera el proceso de descomposición de la materia orgánica, donde participan químicos, físicos y biotecnólogos.
La investigadora manifestó: ”el CIAT de Tafí Viejo nos solicitó probar nuestro desarrollo a la escala de la planta para degradar la materia orgánica que llega ahí. Tienen como subproducto todo lo que viene de la industria citrícola, frutas, resto de poda y también subproductos de la industria del jugo y de la cáscara de limón”.
Romero comentó que aplican un acelerador microbiológico que agiliza el proceso de compostaje para que los microorganismos naturales degraden con mayor velocidad la materia orgánica. “Todo nuestro desarrollo está basado en biomoléculas, todo es orgánico. En el laboratorio desarrollamos biomoléculas que aplicamos luego en el compost y el proceso se acelera de 120 días (sin usar acelerador) a 45 días (con nuestro fertilizante). Obtenemos un biofertilizante que aporta carbono y nitrógeno a la tierra y luego vuelve a la industria citrícola como nutriente para el cultivo del limón”, mencionó.
Beneficios de la tecnología local
El doctor en ciencias biológicas, Enzo Raimondo, habló sobre el producto obtenido, el biofertilizante, y explicó que pudieron medir su composición y calidad y que era similar a la que se obtiene con los compost tratados con catalizadores comerciales. “La importancia del trabajo reside en que se trata de un desarrollo local que podemos realizar a bajo costo y que, en el futuro, podríamos comercializar en la región”, sintetizó.
Raimondo agregó que el catalizador puede usarse con residuos de otras industrias y que después quieren observar como el fertilizante favorece el crecimiento de diferentes especies vegetales.
Por su parte, Romina Rueda, encargada de la planta de compostaje industrial del CIAT, resaltó el trabajo conjunto con la UNT. “Si bien, ya se hacía compostaje, con estos proyectos científicos vamos a potenciar el producto final que sería el compost. El inóculo de la UNT acelera el proceso de compostaje y le aporta valor agregado.
La referente del CIAT indicó que el 90% del compost producido se consume hoy dentro del municipio, pero que buscan generar ingresos a la planta y que vuelva para la venta a los productores locales y a la comunidad en general.